Cada forma que se despliega a tu alrededor está determinada por el juego de contrastes producidos
por el rebote de los objetos con la luz. El significado depende de cada uno de los referentes con los que es
relacionado. Aquí las llaman luces de trabajo o luces de limpieza y son encendidas de miércoles a lunes a
las 6:00 o a las 5:00 en punto de la mañana con un único objetivo: terminar una jornada laboral y empezar
otra. Sin embargo, para el público, estas luces significan el final de la fiesta.
El 20 de Diciembre fueron encendidas por la artista a las 4:59 a.m., robando un minuto de tiempo al público y dándoselo
al personal de trabajo. Aunque su intención al presionar el interruptor -de la misma manera que se aprieta
el botón del obturador de una cámara fotográfica- fue capturar una imagen: la imagen que es capaz de contener
un final, la de un instante que inmoviliza un cambio y congela el paso de un antes hacia su después.
L
Después quedó la imagen contenida en unos auriculares que repetían en loop el comienzo de la canción Flying Free
durante cinco horas. Flying Free es el último tema que sonó en el Apolo esa noche y al que suelen recurrir los
DJ residentes de la fiesta de los jueves para cerrar la noche. La canción, que apareció por primera vez hace
22 años, se convirtió inmediatamente en un himno de la música máquina de la época. Se conserva aún en
la memoria colectiva, es reconocido por varias generaciones.
Ambos gestos, el de presionar el interruptor o el de repetir en loop un sonido, congelan un instante que se
representaba en ese espacio y tiempo, y aunque tan solo ha podido tener lugar una sola vez, es capaz de
“volver” cuando es repetido o recordado. Como escribió Kierkegaard: la repetición y el recuerdo son el mismo
movimiento, pero en sentidos opuestos; ya que aquello que se recuerda se repite retrocediendo, mientras
que la repetición propiamente dicha se recuerda avanzando.
Aquí, tanto a la luz que congela un fin, como al loop cuyo fin conlleva regresar a su principio, se les ha privado
del cambio que supone un adiós, dando pie a un estado que transcurre de la euforia al hastío, una
tensión en la que el tiempo avanza en una especie de circulo vicioso y nos invita a preguntarnos si acaso el
tiempo de ocio no deja de ser experimentado como tiempo productivo: el tiempo en la máquina.
Sin embargo, el sonido residual de los auriculares, que funciona como un recurso temporal, se articula como
una especie de puerta de salida. La artista deja espacio para observar a través de una distancia agencial:
para escuchar/nos desde afuera -como quien mira una imagen de sí mismx- sin ser engullidxs por el acontecimiento.
De esta manera, se nos propone cuestionar la experiencia histórico-lineal, aquello que se constituye
y percibe como pasado, entendiéndolo como una ficción infinita de sucesos intermedios a los que acudir
para poder reinventar, con una mirada regeneradora, el volver.
Voz: Alexander Arilla
1º y 2ºframes vídeo documental: Carlos Llao, Pau Mira.
4º Imagen: Blanca Galindo & David Simon